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lunes, 7 de mayo de 2012

NC2 - Nada, Principio y Final :-(

El suceso comentado hoy nos obliga a ponernos trascendentes. Los tres profundos conceptos filosóficos del título han aparecido en el discurso del Ministro de Justicia, pronunciado ayer en la clausura de uno de los muchos congresos con que se (nos) obsequian los políticos. Concretamente en Cantabria, comunidad roqueña donde las haya.

Los motivos de traerla a colación hemos de buscarlos en su extraordinaria difusión en forma de titulares, tanto en la prensa escrita como en medios audiovisuales. Tras la primera lectura en mi prensa habitual (dos periódicos de alcance nacional con línea editorial divergente) me tomé la molestia de buscar en Google y la encontré en los titulares de 6 periódicos y en la web de una importante cadena de TV. A esto le hemos de añadir que la frase se destacó en los resúmenes de noticias de dos emisoras de TV y en mi emisora de radio habitual. Por lo tanto, doy fe de que la he leído y oído personalmente. Y conmigo, el resto de lectores y audiencia.

Por lo tanto, si el objetivo del Ministro era que esta frase se reflejara en los medios, no cabe duda de que lo ha conseguido (el subrayado pretende resaltar que las intervenciones de los Ministros son objeto de atención de los medios (con mayor o menor “minutaje”) sin mayor esfuerzo por su parte). En cualquier caso, mi opinión descarta cualquier tipo de premeditación. Simplemente, quedaba bien.

Defendiendo las medidas de ajuste del Gobierno, después de afirmar textualmente que nada es suficiente” añadió que “no estamos en el final de las medidas, ni siquiera en el principio del final, para concluir con un contundente: “Estamos en el final del principio (en honor a la verdad, hay que reflejar que el Ministro hizo constar que parafraseaba a Churchill).

Ni se me ocurre lo que pensaría Sócrates si hubiese estado presente. Con total seguridad, hubiese intentado iniciar un debate dialéctico con el Ministro aplicándole un verdadero rodillo de preguntas con objeto de revelar el significado real (o pretendido) de los términos nada, principio y final, así como del propio mensaje. Pero ni somos Sócrates ni estábamos allí. Por lo tanto, sólo nos queda la especulación.

Más allá de la belleza implícita en la simetría de la frase (la forma), me resulta francamente difícil llegar al fondo de la misma. En particular, me resulta particularmente inquietante el empleo del término “nada” (por antagonismo, sugiere que el Gobierno va a aplicar medidas de ajuste “siempre”, es decir “eternamente”) y la referencia a Churchill, que parece indicar que nos encontramos en una situación bélica (metafóricamente, espero).

En cuanto al sentido de la frase en sí, me resulta absolutamente vacía, inocua e incoherente. La referencia recurrente a “principio” y “final”, además de ser incompatible con la “eternidad”, evoca a las muñecas rusas. Objetivamente, el “final del principio” (donde estamos ahora) debería ser también el “principio del final” (donde parece ser que no estamos ahora). En fin, un lío mayúsculo.

Pues bien, ¿cómo ha afectado este suceso a mi satisfacción? Pues negativamente por desatención de mis expectativas. Asumida por la mayor parte de la sociedad la situación de gravedad (económica, no bélica) en que nos encontramos, sería deseable no desaprovechar las ocasiones con atención mediática para transmitir mensajes inteligibles y coherentes. Bien es verdad que el auditorio directo era personal “adicto” (militantes y simpatizantes), el cual, si la sesión fuese a puerta cerrada, tiene todo el derecho de debatir cualquier teoría y digerir toda clase de mensajes. Pero su difusión pública exige más precisión. Un político debería intentar (y desear) que la gente le entienda. En este caso particular, no creo que lo haya conseguido.

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