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sábado, 27 de junio de 2015

«La Cultura ha ganado mucho»

A esta heterogénea, aperiódica e irregular galería en que se ha convertido el blog, resultado de la indigerible avalancha de temas merecedores de atención y de la inevitable tarea de selección meramente discrecional e intuitiva, llega un tema que ha despertado gran atención, alegría y consenso generalizado: la sustitución del Ministro de Educación, Cultura y Deporte.

¡Ufff, qué descanso!
Y lo vamos a tratar poniendo el foco, como siempre, en aspectos principalmente relacionados con la Calidad y la Excelencia, huyendo de los juicios de valor emocionales o generalistas tan al uso en el discurso político, aunque, en este caso particular, debemos reconocer la extensión unánime de la crítica negativa a todas las capas de la sociedad, sufridoras o no de la gestión del Sr. Wert, fundamentadas también de forma generalizada en un análisis racional de sus hechos. No vamos a ahondar pues en la vida y milagros, logros y fallos del sustituido ni en la oportunidad de su sustitución (1), sino en el hecho mismo, en la justificación dada por el sustituidor, el Presidente del Gobierno, y en la opinión sobre la misma del, hasta ahora, mano derecha o segundo de a bordo del Ministro saliente, el Secretario de Estado de Cultura. El contraste entre estos tres hechos es el que nos ha llamado poderosamente la atención.

Según el Presidente:

«... fue José Ignacio Wert el que le expresó su “deseo” de dejar el Ministerio de Educación y él lo “respetó” como una “razón personal” propia de “seres humanos”» (2).

En principio, el hecho de que todo un Presidente del Gobierno respete los deseos de uno de sus ministros no parece criticable, aunque resulta un tanto sorprendente que la decisión se justifique en «razones personales» propias de «seres humanos». Probablemente, con las razones personales, comentadas más adelante, había suficiente. No alcanzamos a verle explicación a la puntualización antropológica, más allá del más que obvio respaldo a la condición de humano de su ministro, en una respuesta subliminal, personal y subjetiva al tratamiento supuestamente inhumano al que ha sido sometido durante la totalidad de su mandato.

Manifiesta también que:

«Wert le había comentado hace tiempo su deseo de dejar el Ejecutivo para rehacer su vida personal con su actual pareja, que ha aceptado recientemente una oferta para un puesto ejecutivo en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con sede en París» (2).

Estas son las «razones personales» aducidas, obviamente propias de «seres humanos» (3), sin entrar para nada en los rumores sobre la petición de destino, puerta giratoria o como queramos llamarla, como embajador ante la OCDE, también en París, por supuesto. No seamos malos.

Respecto a la urgencia de la sustitución:

«La nocturnidad la justificó por su apretada agenda estos días y bromeó: “A partir de ahora, lo haré a las 12 del mediodía”» (2).

Bromita impropia de un Presidente, puesto en evidencia por las expectativas de grandes cambios que él mismo había generado. La secuencia de hechos —diez de la noche, desde Bruselas, e-mail al Rey incluido— justificaba el interés de los medios y merecía otra respuesta.

Pasemos ahora a la opinión de un allegado:

Los dos, tan contentos.
«El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, ha manifestado que el nombramiento de Íñigo Méndez de Vigo como nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte es "plenamente acertado". "La cultura de este país gana mucho", ha asegurado» (4).

Es decir, el colaborador en Cultura más próximo al sustituido considera «plenamente acertado» el cambio, y no contento con esto, remacha asegurando que «la cultura gana mucho». De nada sirve que más adelante le dore la píldora apelando a su «esfuerzo y dedicación ejemplar», lo dicho, dicho está. La lectura en pasiva de sus declaraciones nos dice que para el Secretario de Cultura, no cambiarlo hubiese resultado «plenamente desacertado» porque la cultura hubiese «perdido mucho». Vamos, menudo colaborador, el enemigo en casa (5).

La verdad, no comprendemos porqué el Presidente ha tardado tanto. O no se entera o es un incompetente de mucho cuidado. En cualquier caso, Coherencia, Política de alta gama, ejemplo de Calidad y Excelencia, todo en mayúsculas (por si no se nota, es broma).

Notas:
  1. En todo caso, la sociedad ya ha emitido su veredicto. Huelgan comentarios.
  2. El País, 26 junio 2015
  3. Razones que podríamos calificar de «instinto básico», propio también de no-humanos.
  4. El Economista, 26 junio 2015
  5. La verdad, tampoco comprendemos demasiado la apesebrada presencia de un alto cargo junto a alguien tan negativo para su función, ni porqué ha esperado a su defenestración para sincerarse. Pero éste es otro tema.

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