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domingo, 16 de marzo de 2014

Corrupción «de bolsillo»

«La calidad de una proposición es inversamente proporcional al número de interpretaciones que admite». 

Corrupción potencialmente punible
(no indultable, según el ministro).
El ministro de Justicia, en un momento en el que los casos de corrupción están en el punto de mira de la sociedad, se engorda  la lista de políticos imputados, ante sonadas peticiones de indulto, tras asegurar textualmente (1) en una conferencia en Barcelona que «el Gobierno no ha concedido un solo indulto por un delito de corrupción y mientras sea yo ministro no los va a conceder», se vio forzado el día siguiente a puntualizar que se refería específicamente a «ningún político que se haya llevado el dinero a su bolsillo».

Estos son los hechos que han inspirado esta entrada. Pero no me voy a dedicar al fondo de la cuestión, es decir, a si es más o menos cierta la lapidaria, rotunda y absolutista afirmación pública de «no haber concedido un solo indulto...», ni a entrar a discutir el significado normativo (2) o coloquial del término «corrupción», temas a los que los políticos, medios y tertulianos profesionales ya les han dedicado exhaustiva atención (3). A lo que me voy a dedicar es a criticar la forma, no lo que se ha dicho, sino quién, cómo, dónde y porqué se ha dicho lo que se ha dicho, habida cuenta de que el quién es todo un ministro de Justicia y los dónde son toda una facultad de Derecho (afirmación) y el Congreso de los Diputados (puntualización). Y esta triple circunstancia, en mi opinión, es la que le concede una especial categoría.

Respecto a la primera frase (la afirmación), aceptando y concediéndole al ministro todo el derecho a presumir, sólo me permitiré calificarla de arriesgada, debido fundamentalmente a la incertidumbre inherente que subyace en el término, a pesar de su formal escapatoria basada en el irreprochable —por cierto— argumento de que el delito de corrupción «no existe» o, en sus propias palabras, «no es un delito jurídico que esté como tal delimitado en el Código Penal» (4). Es decir, evacuar una afirmación tan rotunda y pretendidamente indiscutible, apoyada en una triquiñuela formal parece más propia de un trilero (5) que de un ministro de Justicia.

Pero lo que realmente me subleva es la segunda frase (la puntualización), en especial la utilización de los términos «dinero» y «bolsillo» y la duda que me asalta en cuanto a si se han pronunciado en sentido metafórico o real. Porque, a la luz de la experiencia anterior, todo es posible. En cualquier caso, la situación la podemos replantear de la siguiente forma:

El ministro de Justicia afirma que no va a conceder ningún indulto a ningún político que «se haya llevado el dinero a su bolsillo». De lo que se desprende —y nadie lo podrá negar— que el ministro de Justicia podrá conceder el indulto a políticos que «no se hayan llevado el dinero a su bolsillo». Es decir, quedan excluidas propiedades inmobiliarias, cuentas en Suiza, dinero bajo la baldosa o el colchón (ha trascendido que algún sindicalista encausado lo guardaba allí), trajes de Armani, bolsos de Vuitton, relojes Rolex, bolsillos ajenos y cualquier cantidad que no quepa en sus propios bolsillos (el plural lo pongo yo), lo que reduce el objeto del delito a simple calderilla.

Ni que decir tiene que el tratamiento festivo únicamente pretende plasmar de forma grotesca la superficialidad con la que muchos de nuestros políticos emplean el lenguaje, tanto de forma inadvertida —por ignorancia o incompetencia— o premeditada —por perversión o intereses bastardos—, superficialidad que, en ambos casos, es criticable y exponente de la baja calidad y excelencia de quienes caen en defectos o excesos de esta índole.

Volviendo al título: corrupción minimalista, «de bolsillo», simple calderilla (Gallardón dixit).

Notas:
1  En lenguaje coloquial: «sacando pecho».
2 – Corrupción (RAE): 4. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
3 – Quien desee profundizar en estos temas y asistir a las declaraciones del interfecto puede consultar este enlace.
4 – Aquí no se me ocurre otra cosa que decir... ¡pues a ver si lo delimitan!
5 – Trile (RAE): 1. Juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada.

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